El rifeño típico, es de estatura mediana alta, más alto que los españoles de 1.921, cabello oscuro, ojos marrones o castaños y físicamente robusto. Su atuendo típico es la chilaba de lana hasta las rodillas, de color marrón o castaño, turbante blanco de algodón y camisa de lana, pantalones bombachos hasta las pantorrillas "saragüe". Se calzaba con babuchas o sandalias de esparto.
Las mujeres visten una especie de camisa-vestido de seda o algodón y pantalones bombachos. Los pies suelen ir descalzos. Las mujeres rifeñas en contraposición con el resto de las mujeres islámicas, no suelen taparse la cara.
En la barbilla y en la frente llevan tatuajes tribales, en forma de cruces, reminiscencia de un pasado cristiano anterior a la islamización.
El poblado rifeño, no está constituido por un núcleo urbano, sino por un conjunto disperso de casas separadas entre si por unos trescientos o cuatrocientos metros y un seto protector de chumberas y zarzas, o un muro de piedras sueltas de un metro de altura aproximadamente. En tiempos pretéritos, cada
tenía su propio "blocao" (fortín) para defensa de sus moradores, y control de sus enemigos.
La
rifeña es rectangular de una planta, fabricada en adobe y piedra con un patio interior, escasas ventanas verticales, que lo mismo servían para ventilar las habitaciones que como troneras.
El mobiliario es escaso, carente de sillas. Cada
está rodeada de un pequeño huerto para cubrir las necesidades alimenticias de sus moradores.
La dieta del rifeño era poco variada, estaba compuesta de frutos secos, cereales (predominando el consumo de cebada sobre el de trigo) leche, miel, cuajada etc.
El rifeño tenía un consumo de carne escaso, demasiado cara para su economía.
La pobre economía rifeña se compensaba por la emigración temporal a los centros urbanos y las granjas francesas de Argelia.
La educación de los hijos se centra en la enseñanza del Corán. Los niños repiten maquinalmente los versículos de éste, hasta que los aprenden de memoria. Cuando se ha conseguido ésta primera fase, se empieza con los estudios de los comentarios coránicos y de los "hadiz" (recopilación de frases del Profeta, no incluidas en el Libro".
Las niñas no recibían ningún tipo de educación formal.
Las mujeres no pueden elegir a sus maridos, los matrimonios, son negociados por el padre o el hermano de la muchacha y el novio. Cuando un rifeño habla de divorcio, se ésta refiriendo en realidad a repudio.
Aunque los rifeños, de acuerdo con la Ley Coránica pueden tener hasta cuatro mujeres, normalmente son monógamos, por imposición económica.
El rifeño conjuga las creencias religiosa propias del Islam, con las supersticiones anteriores a la islamización. Cualquier rifeño creerá a pie juntillas en personajes mágicos como; "Aisha Kandixha", mujer con patas de cabra que se aparece a los viajeros para su desgracia. Junto a la existencia de seres maléficos, los "jinm". En el lado opuesto, está la veneración a los santones, que pueden ser de dos clases: los Jerifes, descendientes del profeta y los morabitos, hombres que han adquirido la santidad no por herencia genética, sino por sus obras y milagros.
Los morabitos, gozaban de gran prestigio y eran mediadores en disputas, llegando a tener gran influencia en materias profanas y políticas.
A los niños, se les inculcaba el odio hacia el linaje al que la tribu odiaba y hacia los enemigos tradicionales, entre los que se encontraban los cristianos (aromis).
El Rif era un mundo violento, a los muchachos se les instruía en la riña y el uso de las armas de fuego antes de llegar a la adolescencia. La querella sangrienta, era cosa habitual. Cualquier ofensa trivial podía desencadenar una guerra tribal.