En la historia del judaísmo, Bagdad e Iraq tienen un lugar muy especial.
Por siglos, Babilonia fue el centro. Una comunidad urbana, dedicada al comercio, que conservaba en su dialecto las raíces de la lengua árabe. “Hablábamos el árabe del tiempo de los ábasidas, mezclado con el hebreo y con una fuerte influencia del persa. Era una lengua elegante”. Una lengua, sin embargo, que Michael ha traducido en su prosa en hebreo, considerada por todos los críticos como riquísima, integrada de sabores orientales y de las florituras de la lengua de su madre, con quien ha hablado en árabe hasta que murió hace cuatro años, a la edad de 103 años.
Ahora no sueño más en árabe. El árabe lo conservé para hacer las cuentas. Cuando dejé de soñar en árabe es cuando pude comenzar a escribir en hebreo. Pero hay un momento en que todavía sueño en árabe. Es cuando hablo con ella. Mi madre masticaba un poco el hebreo, pero besaba a sus nietos y bisnietos israelíes en árabe
Michael era el hijo rebelde del judaísmo oriental. “El muchacho del perro”, como lo llamaban en su barrio, porque era el único en haber elegido un animal que en el mundo árabe (y el judío sefardí) es considerado agresivo y sucio. Un hombre libre, un emigrante cuando en la escuela judía Shammash de Bagdad pensaba que la tierra era una esfera, mientras sus maestros creían que era plana y se plegaban a la modernidad solo para hacer pasar los estudiantes en los exámenes. “Mi mundo ha sido la Bagdad de los años veinte y treinta, los más importantes para el iluminismo judeo oriental”. Los líderes de la comunidad se encontraron también con el debate sobre si adoptar la ideología sionista o continuar siendo iraquíes. Optamos por la segunda alternativa, y fuimos sinceros patriotas iraquíes. Luego vino la adhesión al comunismo. Como reacción a la propaganda hitlerista y a la guerra. “Había comenzado a mirar a la derecha y a la izquierda buscando aquello que pudiera defenderme de lo que se venía. Occidente no me convenció. Pero Moscú resistía y yo pensé: esta es mi garantía”.
El partido comunista iraquí estaba formado sobretodo por chiitas y judíos. Porque los chiitas eran los oprimidos en un gobierno formado por los sunitas. Nos hacían militar, a nosotros los judíos, en sus barrios y también en sus mezquitas para hacer proselitismo, nunca hubo una palabra, un ataque que viniera de los religiosos chiitas, que fueron los que mejor sostuvieron el movimiento comunista en la clandestinidad.
Todas estas diferencias, sin embargo lo molestan. “La distinciones no eran: el es árabe, yo soy judío. Eran: yo soy judío, él es musulmán, el otro es cristiano. Todos nosotros en cambio nos mirábamos a nosotros mismos como árabes. Solo cuando he llegado a Israel, he comenzado a pensar de un modo diferente. Y ha sido tan extraño para mi, en el espacio de un viaje aéreo de algunas horas, llegar a Israel y mirar a los árabes como a mis enemigos, aún en el mismo momento en que me miraban a mi como a un árabe de religión judía”. La misma incomodidad sufrida por la familia de Victoria, cuando en los años cincuenta llegará en avión a Israel, vivirá en un campo de tránsito, sufrirá el hambre.
Ni aún las divisiones entre las religiones eran tan profundas. Más bien “usábamos el mismo nombre para Dios. Cierto, decíamos Elohim, pero también Allah. Como hacían los cristianos y musulmanes” “Soy más rico” reflexiona “Con mis dos identidades soy más rico que un hombre que no posee más que una sola. También en estos tiempos difíciles: durante la guerra, el verano pasado, no me he movido de esta
y desde el balcón he mirado las katyusha llegar sobre la ciudad de Haifa, ciudad de la convivencia. Llamaron mis amigos árabes, así como me llamaba mi hija para saber si estaba bien”.
La vida parece haberlo recompensado por su ilimitada libertad. “Sí, he sido un hombre muy afortunado: he encontrado el lado humano de la humanidad. También en los momentos más peligrosos de mi vida”. Cuando por ejemplo, ser comunista se volvió peligroso. Antes de huir, a pie, atravesando las fronteras entre Iraq e Iran. Antes de dejar su país ”sin siquiera decir adiós a mi novia, a mi madre y a mis amigos” Michael fue herido. “A mis dos más queridos amigos les fue peor. Uno fue colgado, el otro asesinado por un soldado que había tratado de matarme también a mi, me desvanecí y cuando me desperté tenía sobre mi el cuerpo de mi amigo. Estaba tan lleno de rabia que quería volver a matar al soldado, que estaba intentando dispararme otra vez. Imprevistamente, un gran grupo de mujeres chiítas, cubiertas por el echador, se interpusieron entre él y yo y apalearon al soldado hasta matarlo. Habían llegado los ángeles a salvarme y así me desmayé nuevamente”.
Michael se sumerge en los recuerdos, pero cuando vuelve al presente, el optimismo desaparece de su rostro. Y vuelve la soledad que lo ha acompañado toda la vida. Aquella por la cual, cuando recién llegado a Israel, había decidido – para permanecer sano - “crear un Estado de un solo hombre, el partido de un solo individuo, la ideología de una sola persona”. El Medio Oriente es la región mas convulsionada del mundo. “Construir un Estado occidental es extraño en un área volcánica como esta, una cosa bastante estúpida, no judía. No solo antes, sino ahora también lo he considerado un acto peligroso. En toda nuestra historia, pasábamos de un país al otro, apenas advertíamos que se estaba avecinando alguna cosa que pusiera en peligro nuestra existencia. Nuestra única madre patria ha sido la religión judía, nuestra cultura y la Biblia. En estos dos últimos dos milenios, esta región ha eliminado todo lo que le era extraño, ajeno: los cruzados, los mongoles, la dominación turca, el imperialismo británico y el francés.” Israel se siente occidental. “Israel rechaza su identidad mesoooriental porque aquellos que han construido el Estado de Israel – y son la parte dominante – no quieren abandonar su cultura. Su mentalidad es más parecida a la de sus hermanos de Nueva York, que a la de sus hermanos de Dimona, que han venido de Iraq o de Egipto”. Y él, ahora, cuando va al Cairo, es visto solo como israelí. El enemigo. De aquel árabe de Bagdad que hay en él, los otros no ven ni señas.
Breve biografía De un escritor israelí
El más árabe de los escritores israelíes ha nacido en Bagdad en 1926, y de Bagdad se escapó en 1948 por sus actividades políticas comunistas. Llegado a Israel en 1949, ha trabajado por un cuarto de siglo en el Servicio Hidrológico y ha comenzado a publicar solo en 1974. Durante este tiempo, también estudió psicología y literatura árabe en la Universidad de Haifa. Hasta la fecha, ha escrito seis novelas, cuatro libros para la juventud, y tres libros de ensayos. Ha recibido muchos premios literarios, incluyendo el premio de WIZO (París), el premio de ACUM, el premio Brenner, se la concedido el IBBY (Berlín), el premio israelí de la literatura. Ha recibido varios premios y distinciones nacionales e internacionales.
Tanto por su labor literaria como por su lucha por la paz y relación entre los pueblos. Desde 2001, Michael ha sido presidente de la asociación para las derechas civiles en Israel.
Canta a Haifa y sus vínculos con su comunidad en Una Tormenta en el Wadi. Michael dice a menudo no haber tomado nunca una lección de hebreo. Sin embargo su lengua literaria es considerada de muy alto nivel, tanto que le permitió recoger los premios más importantes en Israel, además del reconocimiento académico. Ha escrito hasta ahora seis novelas. Paloma en Trafalgar, ha sido publicada en Israel en el año 2005.
Pero aquí, a pesar de que es una novela ambientada de nuevo en Bagdad, como Victoria, son otros tiempos, no son más los de su juventud, son los años del régimen de Saddam Hussein. El protagonista es un viejo un poco loco que decide ser el último judío que se quedó en Bagdad.
Tradujo Alicia Benmergui
Fuente:(Paola Caridi
www.lettera22.it)mosaico,
http://www.milimcultural.com.ar/artistas/michael.htm_________________